jueves, junio 28, 2007

La Reina

Es una noticia importantísima el haber demostrado que un cuerpo -valgase decir momia en éste caso- descubierto hace 104 años en el Valle de los Reyes (KV60) por el archifamoso Howard Carter (hacedor del hallazgo de Tut-Ankh-Amon) y almacenada en el Museo de El Cairo sin catalogar haya, por fín, encontrado sus nombres y apellidos correspondientes.
Para mí es muy emocionante escribir que se trata de Hapshepsut, una mujer que ejerció de Faraón como tal y que debió de enfrentarse a una sociedad difícil a pesar de que la egipcia fué muy tolerante con las mujeres puesto que, por ejemplo, podían regentar negocios como único titular, esto es, sin necesidad de inscribir al esposo correspondiente, o al padre o al que se terciase.

Las mujeres no estaban -no estábamos- bajo la sombra de ningún hombre. Es más, la línea sucesoria también se daba a través de la madre. Un ejemplo es el reinado de Tut-Ankh-Aton (posteriormente Tut-Ankh-Amon). El matrimonio se declaró válido porque el niño fué casado con Ankh-esen-pa-Aton, tercera hija del Faraón Akhenatón (Amenhotel IV) y primera en la línea de sucesión ya que las dos anteriores murieron también a edad muy precoz. Y como tal, ella fué la que le entregó a él la relación directa con la deidad suprema.

Pero a pesar de toda la permisividad existente y demostrada, la ambición es una palabra con una gran fuerza, se encuentre en la civilización que se encuentre.
No le quito "culpa" a Hapshepshut. Ella demostró que tenía un gran apetito de poder cuando persiguió en dos ocasiones el trono único y obteniendo sólo el premio de la corregencia. Pero su dios protector Amón debió de serle de gran ayuda cuando su esposo, hermanastro y faraón que murió joven deja a un niño, hijo suyo y de una esposa de menor rango, como único heredero quedando así abierta la única vía por la que podía acaparar el trono, el cayado y la cimitarra: convertirse en corregente una vez más.
Nueve años fueron suficientes. Tras este tiempo se declara hija directa de Amón y se convierte en Faraón, apartando a un segundo lugar al ya adolescente Tutmosis IV.
Sus ideas no quedaron aquí. Empezó a preparar a su hija para sucederle cuando llegase el momento, obviando la línea de Tutmosis IV, pero la muerte prematura de ésta truncó de nuevo sus planes.

Gobernó durante más de 20 años sola y con mano de hierro. Hasta que desapareció en misteriosas circunstancias. Dándole paso, entonces sí, al que se convertiría en otro grande: Tutmosis IV.
Dejó para la posteridad el mausoleo de Deir-El-Bahari. Ya en la antigüedad le llamaban el sublime de los sublimes.


Escavado en la roca
El sublime de los sublimes


La verdad es que me resulta harto imposible resumir su reinado en unas pocas líneas.
Hoy, gracias a los avances de la ciencia sabemos que murió en torno a los 50 años. Y que además, fué víctima de un cáncer.

Pero, por otra parte, como cada vez que el tema de las momias sale a relucir, pienso que me gustaría que saliesen a la luz las del Faraón Akhenatón y la de su esposa Nefertiti, por citar a los dos que más me fascinan. Hay numerosas hipótesis que sostienen el descubrimiento de la segunda, pero también hay otras tantas que niegan cada exposición acerca de La más bella entre las bellas.
Quiero pensar que, quizás, los dioses quieran mantenerlas ocultas hasta el fín de los tiempos y no que éstas hayan sido profanadas, pasto del fanatismo (religioso hace miles de años y el de la ambición, en la época actual).

Que Aton decida...
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