jueves, julio 12, 2007

Once upon a time...

Había decidido ir a verle.

En el hotel donde me alojaba no tenían disponible -por el momento- el aparcamiento para bicicletas. Así me lo notificó el propio Director del mismo.
Su cara me resultaba familiar. Sí. Le conocía porque porque bastantes años atrás, durante mi adolescencia él me estuvo persiguiendo durante una temporada.
Cada vez que me veía, me preguntaba, estuviera donde estuviera: "¿quieres salir conmigo?".
Ahora era ya era un hombre. Bastante atractivo. Muy alto. Fuerte. Ojos grandes y azulados.
"Vaya..." - pensé. Pero no le dediqué ni un segundo de mi tiempo una vez que terminó el trato: podía guardar la bicicleta en la habitación de mi hotel.

Me dirigí a su casa.

Él había preparado una fiesta para cuatro (¿adivinaremos quién es la otra pareja?).

Recuerdo mi falda y top de lino blanco, estilo ibicenco, flotando en medio de la noche.
Recuerdo que no había demasiado humo.
Recuerdo la buena música.
Recuerdo las risas, el alcohol y sus manos.
Recuerdo el haz de luz artificial que se escurría por el alto de la claraboya.
Me recuerdo sentada en el suelo. Delante de él. Apoyándome en él.
Recuerdo otra vez sus manos en mi pelo, en mis hombros y en mis brazos.
Y después vinieron los besos.

Los demás desaparecieron. Se desvanecieron como espectros aprovechando ese haz de luz artificial que luchaba por hacerse un hueco de protagonismo en esa semi oscuridad tan lograda.
La música se tornó a una simple voz en off.

- Tengo calor. Ven a bañarte conmigo en la piscina.

El tono de voz y su mirada me convencieron de manera brutal.
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