Del merecimiento ...
Se comentaba, en otros lugares, la definición aceptada del título; algo así como el ejercicio, o la virtud del mismo, acerca del mérito en la elección de gobierno o jerarquía establecida.
Así mismo, se establecía una relación entre la ausencia del mismo y las consecuencias derivadas. Finalmente, se aceptaba la última. Justo precio.
Lo que la dueña de este rincón del bosque quizá no recuerde (normal, pues fueron escasos y antaño creados) son los escritos que el hobbit más pendón de la Comarca dejó impresos en la tierra.
Ejercicio para su mente despierta el revisarlos y comprender que una vez sí formé parte. Pero cuidado, no es excusa para argumentar la falta de compromiso durante este tiempo; es simplemente una de tantas para hacerla rabiar, deliciosamente :).
Pues permitídme, ahora que se acerca la que todo lo olvida y permite, ahora que nadie nos observa ni alecciona, que os relate, así, por encima, algunas cosas:
- No del carácter ni de sus resquicios, nisiquiera de sus enfados o delirios. Por nada del mundo mencionar su sonrisa o su permanente 'estoy bien, de lujo'. No quiero hablar de la mirada que esconde, muestra, delata y clava pupilas interesantes.
- Es una descortesía, y por ello no lo haré, mentar labios dibujantes de siluetas y asesinos de remansos de paz. Un caballero, de los de antes, jamás osaría augurar que tras ellos se esconden sensaciones que acojonarían al más pintado de la película. Uno verdadero, de los de armadura, se callaría y dejaría que la imaginación pintara a su antojo ... obviando sus lecciones. Mojarse y ahogarse en ellos, hasta recobrar el sentido en una isla desierta; así es como resumen algunos libros el epígrafe más interesante.
- Y si el atrevimiento se antoja más insolente que de costumbre, puede, es probable, que las yemas de los dedos narraran los contornos de la carne. Pero no se hablará de sacrilegio semejante. No es el momento ni el lugar. Al menos no sin tequila con melón.
- Finalmente, y si la pizca de vergüenza restante propiciara unos minutos más de conversación, es casi imposible que se describiera la sensación de frío al otro lado de la orilla o del abismo; o lo que es lo mismo, relatar el viaje cruel que es el arrebatar centímetro a centímetro a la blanca y arrugada tela persiguiendo, anhelando, casi casi con los ojos cerrados. Y todo por esperar que las colinas, montañas, cordilleras, e incluso las amplias llanuras, siguieran en su sitio.
...
- Miento, aún habría más, siempre y cuando hubiera expectación, por supuesto. Pero nunca para tus ojos, querido lector intempestivo ;).
Así mismo, se establecía una relación entre la ausencia del mismo y las consecuencias derivadas. Finalmente, se aceptaba la última. Justo precio.
Lo que la dueña de este rincón del bosque quizá no recuerde (normal, pues fueron escasos y antaño creados) son los escritos que el hobbit más pendón de la Comarca dejó impresos en la tierra.
Ejercicio para su mente despierta el revisarlos y comprender que una vez sí formé parte. Pero cuidado, no es excusa para argumentar la falta de compromiso durante este tiempo; es simplemente una de tantas para hacerla rabiar, deliciosamente :).
Pues permitídme, ahora que se acerca la que todo lo olvida y permite, ahora que nadie nos observa ni alecciona, que os relate, así, por encima, algunas cosas:
- No del carácter ni de sus resquicios, nisiquiera de sus enfados o delirios. Por nada del mundo mencionar su sonrisa o su permanente 'estoy bien, de lujo'. No quiero hablar de la mirada que esconde, muestra, delata y clava pupilas interesantes.
- Es una descortesía, y por ello no lo haré, mentar labios dibujantes de siluetas y asesinos de remansos de paz. Un caballero, de los de antes, jamás osaría augurar que tras ellos se esconden sensaciones que acojonarían al más pintado de la película. Uno verdadero, de los de armadura, se callaría y dejaría que la imaginación pintara a su antojo ... obviando sus lecciones. Mojarse y ahogarse en ellos, hasta recobrar el sentido en una isla desierta; así es como resumen algunos libros el epígrafe más interesante.
- Y si el atrevimiento se antoja más insolente que de costumbre, puede, es probable, que las yemas de los dedos narraran los contornos de la carne. Pero no se hablará de sacrilegio semejante. No es el momento ni el lugar. Al menos no sin tequila con melón.
- Finalmente, y si la pizca de vergüenza restante propiciara unos minutos más de conversación, es casi imposible que se describiera la sensación de frío al otro lado de la orilla o del abismo; o lo que es lo mismo, relatar el viaje cruel que es el arrebatar centímetro a centímetro a la blanca y arrugada tela persiguiendo, anhelando, casi casi con los ojos cerrados. Y todo por esperar que las colinas, montañas, cordilleras, e incluso las amplias llanuras, siguieran en su sitio.
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- Miento, aún habría más, siempre y cuando hubiera expectación, por supuesto. Pero nunca para tus ojos, querido lector intempestivo ;).
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