martes, abril 29, 2008

Cuando un Dios comete el error de la debilidad

Deberías haberte quedado allá arriba, en el Olimpo de los Dioses, y no haberte dignado jamás a personarte ante mí.

A los Dioses siempre os ha gustado jugar. Pues bien, tu partida ha comenzado.
Y cuando todo esto acabe, cuando no puedas sostenerte en pie ni consigas mantener mi mirada desafiante, cuando comparezcas en el Tribunal que presida Sekhmet pidiendo clemencia... entonces y sólo entonces escupiré en tu cara un grito de desprecio. Las risas de los demás Dioses podrán oírse a lo largo del Alto y Bajo Egipto. Éstas se trasformarán en un gélido eco que traspasará nuestras fronteras y desde el lejano país de Hatti hasta el exótico Punt sabrán de tu derrota. Tu nombre y tu inmortalidad estarán perdidos para siempre...

No olvides que soy Dayamunzu, La Gran Reina del Nilo.
No conseguirás derrumbarme.
Nunca me verás desmoronarme ante ti.
Nunca debiste salir de tu Cubículo Sagrado.
Apoya Ecoogler.com el buscador ecológico