domingo, enero 29, 2006

Orilla con troncos

Lánguidos y punzantes días los pasados. Tanto por dolores craneales varios como por rotura interior de la paz estomacal.

Claro, que el hecho de no poder abrocharse determinados pantalones quizá sea uno de los motivos de dichos trastornos. Incluso el dormir cinco horas al día puede que tenga la culpa. O la cafeína en vena y el tabaco mañanero con el helador viento del norte de la provincia.

Nisiquiera suena bien hoy uno de los más grandes, ni llena el espacio la saga recién adquirida.

Quizá sea hora de desempolvar aquellos recuerdos de sudores, zapatillas y chándal. Bajo el frío intenso y las horas invertidas. Quizá merezca la pena rebajar las expectativas calóricas a los ochenta kilos y quizá, pero sólo quizá, merezca la pena releer el manuscrito sagrado de mesilla de noche una vez más. Entendiéndolo esta vez.

No creo que dure mucho en ningún sitio, nunca he sido de los de pernoctar en cualquier lugar más de la cuenta.
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