domingo, febrero 12, 2006

18 años

Reconozco lo que he bebido esta noche.

Y lo hago por un buen motivo: whiskie de 18 años más unos cuantos tequilas. Que conste en acta.

Ebrio o sobrio, da exactamente igual. ¿Pq es tan complicado conseguir dormir contigo, abrazarte por la noche con infinita ternura, excitación naciente y sentimiento antónimo de soledad y sentirse bien?.

Niña. Quiero dormir contigo. Así, sin tapujos, ni 'mañanas', ni preguntas, ni respuestas, ni equívocos ni desarrollos, nisiquiera sin motivos aparentes. Detén el tiempo, haz tuyo el momento de Kronos, paraliza el instánte y realiza mi súplica sincera. Pq el día después ya llegará y no importa en este momento, pq nada tiene sentido si no es al abrigo del (bis necesario) momento, pq dar demasiadas vueltas a las cosas termina en una negativa, pq tengo frío.

Más de una vez he tenido miedo y dudas acerca del siguiente paso, siguiente latido o siguiente acontecimiento; pero ahora, cuando el alcohol y la verdad de los perennes imberbes es sagrada, cuando la mentira es tan complicada, y agotadora, de urdir, cuando está tan cerca el reencuentro y me siento tan inseguro por mi cuerpo, cuando nada parece tener sentido, sólo me queda el abrigo de tu caricia y la sonrisa de la madrugada. La cara oculta de la Luna en una expedición con retorno a la cruda realidad, el instante exprimido hasta la púlpa, las palabras sin sentido y los sentidos alborotados.

Las expectativas temerosas, las visitas guiadas, las lágrimas penósamente derramadas, el cáliz tanteado y las misiones pospuestas. Las ganas que tenemos de vernos y lo lento que pasa el tiempo. Los ardides por quedarte una noche más y la duda del qué haras. El lamento de la fugacidad del tiempo y la crueldad del día a día, las horas invertidas en conservas necesarias y la opción del tren de alta velocidad tan cercana. Las cenas prometidas, canciones apalabradas y palabras debidas.

En definitiva, el todo por un grado más de calor, un minuto más de compañía y diez segundos más de negación. Tu calor invadiendo el espítitu en el que no creo, las ansias de más y más, y más y, joder, hasta que uno se deshaga en suspiros. El abrazo final, las palabras manadas por la mañana y la timidez latente. La promesa de no contaminar tus labios con drogas afortunadas, el olor dulzón y penetrante de tus fronteras, el sabor enloquecedor de tus barreras prohibidas.

Las heridas en partes generalmente ocultas, arañazos de gata desbordada, orgasmo generoso de sentidos. Fusión de núcleos distantes, dolores de cabeza ausentes, ecuaciones del Caos destrozadas, excusas destronadas. Indecisión resuelta, principios pospuestos en pos de un instante eterno. Tu orgasmo frente a mi orgasmo, cara a cara, 'nóes' a 'nóes', gemido a gemido, locura a locura, más a más. Detén el tiempo, tú que puedes, mientras posees a ésta alma camino de la ribera de Estigia en compañía de Caronte.

Entiende lo que puedas, puede que lo entiendas. Si una sóla palabra de éste escrito ha tenido sentido, jé, hagamos realidad tu visita y fundamos unas horas en eónes interminables. Quiero verte maleducada, mandona, posesiva, dominante, caliente. Domina a un pótro salvaje en plena ebullición tras abrir el tapón previa agitación del contenido de la botella. Ata, espósa, amordaza, calienta, excita y juega con fuego hasta la quemadura de tercer grado. Hasta que te quemen las entrañas y te córras como nunca te has corrido. Y que seas una loba en celo con su presa entre las garras, devorando, desgajando y poseyendo cada centímetro de piel tras la captura merecida. Aúlla a la Luna maldita y prohibida. Que tu pelo se torne en mechones despeinados y el sudor dibuje esa figura que tanto me excita entre negros, grises y ténues blancos miópes. Que el contorno de tus pechos, cuello, labios y pezones se tornen en amenazas deliciosas ante las que sucumbir no es motivo de derrota. Que satisfagas tus instintos más primarios y no tegas miedo ante la avalancha de sensaciones. Que tu figura se muestre tal como es: desafiante, sugerente y ampliamente provocativa. Que tu sueño sea momento interminable mientras intentas dominar sin éxito el huracán del que disfrutas.

Que, cansada, te derrúmbes confundida, que quieras repetir y no te atrevas a ello, que supliques un minuto de ventilador, que seques los lagos desbordados y pienses en la siguiente acometida. Que tu cuerpo palpite, tu corazón ruegue misericordiosamente una trégua y tus muslos resbalen ante el deshielo acometido. Que te móntes y cabalgues, que te dejes cabalgar y sientas la ondulación de tu piel en las venideras acciones. Que, llegado el momento, los dos ondeemos la bandera impoluta y firmemos el armisticio. Que no haya más munición por haberla empleado con decisión, que soñemos abrazados un día mas.

Es, en ese momento, cuando podremos firmar una paz merecida. Tras la batalla expuesta, acaecida y librada. Tras tantos y tantos soldados fenecidos en ciénagas perdidas sin nombre. Tras años de consulta al mapa sin Norte. Tras tantas y tantas conversaciones.

Que descanses, peque :).
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