jueves, abril 27, 2006

Tras las vacaciones

Creo que una de las peores cosas al volver al trabajo -a la vida real, que le suelo decir- después de las vacaciones, con las energías renovadas, las contracturas en vías de expulsión y todas esas buenas intenciones de las que nos cargamos en el período de descanso, es llegar y ver el trabajo acumulado durante los días de ausencia. Que en mi caso, estos dos últimos se han traducido en papeles y papeles y más papeles relacionados con el tema del personal (altas y bajas médicas, altas y bajas en la empresa y demás absentismo laboral tal como partes de consulta y otros permisos. Estadísticamente, y en lo que llevamos de año, este més se está dando más movimiento en este aspecto -casualmente-) archivando los datos en un excel con las fórmulas que mi empresa me pide, además de mi trabajo de todos los días, procesando las peticiones urgentes y demás historias...

No son peores los días anteriores a las vacaciones, en los que cuentas las horas para terminar, para olvidarte del mundo y pensar sólo en quien quieres o en ver a quien puedes, dormir hasta hastiarte, esconder los relojes, viajar lejos, salir hasta las mil, cantar, volar, soñar... No. Los días anteriores a las vacaciones están llenos de nervios, de mariposas en el estómago, de prisas por llegar.

Lamentablemente, los días buenos pasan rápido. Y la vuelta a la vida real -repito- llega demasiado pronto. Demasiado. De verdad...

Volví ayer, veinticinco de abril, dos días después del Día de Aragón y un més despues de pasar las mejores horas por los alrededores de Egipto.
Apoya Ecoogler.com el buscador ecológico