Patada en los wevos...
Mucho habemos de cuidarnos en propinar una patada tal como describe el título que encabeza este post, pues vengo leyendo en el Heraldo de Aragón hace ya unas semanas el trayecto de una sentencia que al final ha desembocado en condena a tres años de cárcel más una indemnización de más de treinta y seis mil euros por dicha agresión producida durante las fiestas de un pueblo de la provincia de Zaragoza.
A consecuencia de la patada, la víctima ha perdido un testículo (evidentemente no se "ha ído volando" a causa del impacto sino que ha tenido que ser extirpado con motivo de la necrosis) y cuya secuela conlleva la implantación de una prótesis testicular, pero -apuntan- que "mantiene la funcionalidad y puede engendrar".
La historia comienza durante la madrugada en la puerta de un bar de, como ya he dicho, un pueblo en fiestas de la provincia de Zaragoza, donde la víctima y su novia se encontraban. El agresor se acerca y, "tras intercambiar una serie de empujones" con ella, cuyas causas se desconocen, arremete un puñetazo en la boca de la chica para, inmediatamente, entrar en dicho bar, a lo que la pareja le sigue para pedirle explicaciones.
La discusión vuelve fuera del local produciéndose una voltereta digna de Jackie Chan: el novio de la chica, en un intento de mediar y calmar el altercado la agarra tirando de ella hacia sí con tan mala fortuna que ella cae, y ya en el suelo "pega una patada en los testículos y el ombligo" a su agresor (ahora ya condenado a prisión). Éste, creyéndose que la patada provenía del novio de la chica, arremete contra él atizándole el famoso puntapié que le ha costado la multa y la cárcel.
Conclusiones:
Ya lo denunció el pasado domingo Arturo Pérez-Reverte en su página Patente de Corso del suplemento dominical XLSemanal, con fecha de 23 de julio de 2006. Hay mucho cobarde suelto por el mundo. Y mucho mirón...
La última noticia desde La Coruña lo corrobora: la violación de una mujer entre cuatro hombres que desde el Paseo Marítimo la arrastraron hasta la arena de la playa donde dos consumaron el acto. También a plena luz del día. Claro, alguien avisaría. Pero desconozco si lo hizo con motivo de indicar "escándalo público" o para denunciar el posible abuso sexual.
A consecuencia de la patada, la víctima ha perdido un testículo (evidentemente no se "ha ído volando" a causa del impacto sino que ha tenido que ser extirpado con motivo de la necrosis) y cuya secuela conlleva la implantación de una prótesis testicular, pero -apuntan- que "mantiene la funcionalidad y puede engendrar".
La historia comienza durante la madrugada en la puerta de un bar de, como ya he dicho, un pueblo en fiestas de la provincia de Zaragoza, donde la víctima y su novia se encontraban. El agresor se acerca y, "tras intercambiar una serie de empujones" con ella, cuyas causas se desconocen, arremete un puñetazo en la boca de la chica para, inmediatamente, entrar en dicho bar, a lo que la pareja le sigue para pedirle explicaciones.
La discusión vuelve fuera del local produciéndose una voltereta digna de Jackie Chan: el novio de la chica, en un intento de mediar y calmar el altercado la agarra tirando de ella hacia sí con tan mala fortuna que ella cae, y ya en el suelo "pega una patada en los testículos y el ombligo" a su agresor (ahora ya condenado a prisión). Éste, creyéndose que la patada provenía del novio de la chica, arremete contra él atizándole el famoso puntapié que le ha costado la multa y la cárcel.
Conclusiones:
- Ya conocemos la magnitud de las secuelas físicas que le puede costar a un chico recibir una coz de tal calibre.
- Una patada y punto, conlleva el pago de una multa de 180€ por una falta de lesiones.
- Un puñetazo en la boca y varios empujones conllevan una multa de 180€ por una falta de lesiones y la obligación de una indemnización de 100€.
- Quien media (o, al menos, lo intenta) durante una pelea tiene un alto porcentaje de resultar agredido. Cuando menos, "llevarse una ostia" es lo "menos malo".
- A pesar de ser conocedor del punto anterior, ¿quién puede quedarse impasible -o peor aún- permanecer como vil asistente cuando tu acompañante es personaje principal en una riña?
Ya lo denunció el pasado domingo Arturo Pérez-Reverte en su página Patente de Corso del suplemento dominical XLSemanal, con fecha de 23 de julio de 2006. Hay mucho cobarde suelto por el mundo. Y mucho mirón...
La última noticia desde La Coruña lo corrobora: la violación de una mujer entre cuatro hombres que desde el Paseo Marítimo la arrastraron hasta la arena de la playa donde dos consumaron el acto. También a plena luz del día. Claro, alguien avisaría. Pero desconozco si lo hizo con motivo de indicar "escándalo público" o para denunciar el posible abuso sexual.
Por otra parte, y detallando más el concepto de "vil asistente" que menciono anteriormente en el quinto punto de mis conclusiones, se da el "espectador ajeno", aquél que hace dos mil años formaría parte del populacho que cada cierto tiempo se concentraba a las puertas de los senados para pedir "circo y pan" entre griteríos y empujones.
Tanto los transeuntes que simulan a las famosas figuritas de tres simios representando no ver, ni oir, ni hablar como quienes se detienen, a cierta distancia para observar, o se quedan en el balcón tomando la fresca mirando -entretenidos, digo yo- el transcurso del delito (para ellos espectáculo) me son comparables con aquellos que disfrutaban en las gradas viendo a los cristianos lidiar a la desesperada por sus vidas e indiscutiblemente, desaventajados, acompañándose de suficiente pan con cebolla (lo que en la actualidad serían una bolsa de pipas o de palomitas) para calmar la avidez.
¡Qué asco, diox...!
¡Que no nos pase nah...!
Tanto los transeuntes que simulan a las famosas figuritas de tres simios representando no ver, ni oir, ni hablar como quienes se detienen, a cierta distancia para observar, o se quedan en el balcón tomando la fresca mirando -entretenidos, digo yo- el transcurso del delito (para ellos espectáculo) me son comparables con aquellos que disfrutaban en las gradas viendo a los cristianos lidiar a la desesperada por sus vidas e indiscutiblemente, desaventajados, acompañándose de suficiente pan con cebolla (lo que en la actualidad serían una bolsa de pipas o de palomitas) para calmar la avidez.
¡Qué asco, diox...!
¡Que no nos pase nah...!
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