lunes, enero 29, 2007

Triste con ala

Cuando se estrenó en cines, fueron tres las veces que intenté ir a disfrutarla en una pantalla grande. Pero a veces el destino dice que no a algo y se las apaña para truncar dicha intención irremisiblemente.

Así que desistí y, con resignación, me dije que la vería desde casa intentando consolarme con el fácil recurso de la comodidad, los horarios y... cualquier cosa, en realidad. No me quedaban más alternativas.

Hace alrededor de diez días que ví la película de Agustín Díaz-Yanes, candidata -todavía entonces- a 15 premios Goya de la Academia Española de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.
De Alatriste hablo, claro. Hoy con 3 dichos premios en su haber totalmente merecidísimos.
Precísamente destaqué, cuando la vi, el impresionante trabajo de la Dirección Artística, a cargo de Benjamín Fernández, que realiza una función excepcional y eso queda perfectamente plasmado en toda la película.
La Dirección Artística es un trabajo que se queda la gran mayoría de las veces en un muy injustificado segundo plano cuando, en realidad, tiene tanta importancia como la del propio Director. La estrecha colaboración con éste es de suma importancia para la calidad de un film.
En Alatriste, la puesta en escena está marcada por la presencia del tenebrismo, técnica pictórica de la época, con la que cada plano adquiere una musicalidad tal que el mero hecho del transcurso de la película se me hace una sucesión de cuadros del Barroco.
En la escena de "La rendición de Breda" (que Velazquez plasma en un lienzo con el mismo título) donde los holandeses entregan a los españoles las llaves de la ciudad aceptando su derrota, se detiene escasos segundos cual si fuese capturada por una cámara fotográfica para, posteriormente, fundirse en otra escena en la que se ve dicho lienzo de grandes dimensiones portado por varios hombres para su ubicación.
El caso es que Benjamín Fernández debía ser merecedor de una distinción. Y así ha sido.
Otros galardonados de este film son: Álvaro Agustín y Antonio Cardenal por la mejor Dirección de Producción y Francesca Sartori por, obviamente, mejor Vestuario.

No es por nada pero, personalmente, me hubiera gustado que él se lo llevase al Mejor Actor.

Había leído, ya tiempo antes de estrenarse la película, que era cierta la fama que tenía acerca de prepararse a fondo cada papel que tiene que representar.
Arturo Pérez-Reverte nos contaba, en su Patente de Corso, cómo Viggo se convirtió en más español que ninguno.
Hay una frase, un dicho, que dice "genio y figura hasta la sepultura". Quizá, de ésta vulgar manera (porque es una frase que nunca me ha gustado emplear) se podría englobar, entre otras características, lo que también transmite Viggo a través de Alatriste.

Una escena que refleja exactamente lo que intento decir es, al final de la película, durante la batalla de Rocroi, después de la tregua que las tropas de Flandes y las españolas han acordado, los holandeses ofrecen a los españoles que se rindan con el fin de evitar más bajas entre sus filas. A lo que el Capitán Alatriste (que no era Capitán, por cierto, y no por falta de valentía y coraje) les contesta: "lo sentimos, pero éste... es un Tercio español y no nos rendimos". Y lo afirma con un semblante y con una postura de españolito de pura cepa. No hay más que echar un vistazo a esos cuadros de Goya donde los hombres posaban entre una mezcla de desafío, desplante y chulería, algo que continúa hoy en día, pero muy arraigado y característico en lienzos antiguos.
Es cierto que Viggo Mortensen se ha tenido que patear muchos pueblos de España, museos y demás (es lo suyo, que conste) para trabajarse el papelito. En palabras de A. Pérez-Reverte: "era la imagen rigurosa del héroe cansado".
Es cierto. Cansado de la mierda y la corrupción que había en España. Como la que hay ahora. Pero eso es otra historia...

Luego está la polémica desatada con su voz. Unos que si es chirriante, otros que no suena a castellano, otros que si "sesea"... Así que tras oír frases como las anteriores, lo cierto es que tenía una gran curiosidad por escuchar la voz del protagonista (criado durante varios años en Argentina e influenciado por esta modulación) que "estropeaaaaaaaaaba" tantísimo la película -decían-.
Ni muchos menos. Es cierto que Alatriste no tiene el acento cerrado de un madrileño de Chamartí, tipo José Bono, por ejemplo, pero tampoco gallego, ni maño, ni andaluz. Pero es que en las novelas, Reverte nunca ha mencionado su origen. Además, se desconoce el acento que en el s. XVII predominaría en la zona de Castilla y Madrid.
Y en relación a la pronunciación, la de Viggo es perfecta. Más me he perdido con algunas frases de Elena Anaya o Eduardo Noriega que con las de él, que las suyas quedaban perfectamente vocalizadas.

Por otra parte, están otras interpretaciones que cabe destacar: Blanca Portillo como Bocanegra. Una pena que su personaje se haya reducido a tan pocos minutos de aparición.
Juán Echanove caracteriza de manera fidedigna a Quevedo con un parecido asombroso.
Y Javier Cámara, al Conde Duque de Olivares.
El resto, bien, en su línea.

Aunque no todo son elogios.
Partiendo de la base de que es -literalmente- imposible comprimir cinco libros en dos horas y cuarto de película, lo demás es circundante. Pero voy a explicarme:
A pesar de la musicalidad de la que hablo al principio gracias al excelentísimo trabajodel Director Artístico, Benjamín Fernández. A pesar de que Viggo "se come la pantalla", según Pérez-Reverte (y según yo y tantos otros que opinamos lo mismo). A pesar de otras interpretaciones que acabo de mencionar, hay otras, como por ejemplo la de Eduardo Noriega (Alter Ego de Amenábar) que me ha decepcionado. Su interpretación es totalmente plana, claro que la película no le da para explayarse mucho dado que la cantidad de personajes importante es extensa.
Y vuelvo a lo mismo: hubiera hecho falta más metraje. Un film largo de cuatro horas NO nos habría aburrido a ninguno. Aunque por pedir, lo ideal hubiera sido, como mínimo, dos películas. No digo segundas partes. Hablo de "un todo" pero dividida por razones de tiempo. Con Kill Bill(y el género es totalmente diferente, lo sé) nadie se sintió decepcionado. Lo mismo pasó con la trilogía de El Señor de los Anillos. Vale que el presupuesto de éstas supera con creces a Alatriste, pero la idea tenía que haber partido desde la concepción misma y el lote hubiera partido sin excusas. Lo habrían conseguido. Seguro.

Por otra parte, no entiendo el esfuerzo en conseguir un parecido tan real como el que se hace con Juan Echanove caracterizando a Quevedo y no se le presta la misma atención a personajes como el de Angélica de Alquézar. Elena Anaya es preciosa y buena actriz además, pero no puedo explicarme por qué se deja teñir de rubia para Van Helsing y no para Alatriste. Mmm, ¿Hollywood? ¡Ah! Vale...

En realidad mis quejas se reducen a una cuestión de tiempo.
Estoy segura de que entonces la calidad de la película habría aumentado considerablemente al igual que los premios.
Apoya Ecoogler.com el buscador ecológico