A la deriva
La táctica ha cambiado desde hace pocas semanas: emigrantes subsaharianos saltan ahora la barrera de Marruecos-España en grupos de varios cientos porque a pesar de que el número de bajas es considerable, es también respetable la cantidad de los que consiguen traspasar la frontera. Además, ahora la entrada es violenta. Se arman con piedras y palos que arrojan y utilizan contra los guardias civiles y militares de ambos países, pero no les culpo, es lo único que tienen. Sólo "luchan" por una vida mejor a pesar de que odio la violencia.
Muchas veces me pregunto acerca de cómo tienen que ser sus vidas allí, un día tras otro, en la miseria más profunda, más allá de cualquier reportaje que pueda ver en televisión. Programas que no duran el tiempo suficiente para conmovernos ni para sentir ni un ápice de la angustia en la que malviven. Hipotecar a sus familias, sus vidas. Dirigirse hacia ninguna parte como hacen, "a la aventura", que decimos por aquí, de manera tan frívola, cuando nuestra única andanza es, en ocasiones, lanzarnos y desconocer el destino de nuestras vacaciones mientras ellos mueren en el intento.
Es un tema muy complicado que merece muchas líneas para explicarse detalladamente. Tampoco pretendo sentar cátedra acerca de la manera de distribuir o solucionar el tema de la inmigración, no ya sólo en España, sino donde se tercie. Pero sí quiero dejar mi manifiesto en contra de las formas que están teniendo ambos gobiernos, los hoy implicados por alusión, destacando especialmente el salvajismo y la crueldad con la que actua ahora Marruecos abandonando a estos grupos de emigrantes en el desierto limítrofe con Argelia ¡SIN NADA!. Y no puedo explicar con palabras el escalofrío que he sentido y siento al ver las imágenes de estos hombres (en su gran mayoría, pues mujeres y niños yacen en los caminos) vagando sin rumbo, sin agua y sin comida, y esta vez de verdad, hacia ninguna parte, porque nadie los quiere en su territorio.
Muchas veces me pregunto acerca de cómo tienen que ser sus vidas allí, un día tras otro, en la miseria más profunda, más allá de cualquier reportaje que pueda ver en televisión. Programas que no duran el tiempo suficiente para conmovernos ni para sentir ni un ápice de la angustia en la que malviven. Hipotecar a sus familias, sus vidas. Dirigirse hacia ninguna parte como hacen, "a la aventura", que decimos por aquí, de manera tan frívola, cuando nuestra única andanza es, en ocasiones, lanzarnos y desconocer el destino de nuestras vacaciones mientras ellos mueren en el intento.
Es un tema muy complicado que merece muchas líneas para explicarse detalladamente. Tampoco pretendo sentar cátedra acerca de la manera de distribuir o solucionar el tema de la inmigración, no ya sólo en España, sino donde se tercie. Pero sí quiero dejar mi manifiesto en contra de las formas que están teniendo ambos gobiernos, los hoy implicados por alusión, destacando especialmente el salvajismo y la crueldad con la que actua ahora Marruecos abandonando a estos grupos de emigrantes en el desierto limítrofe con Argelia ¡SIN NADA!. Y no puedo explicar con palabras el escalofrío que he sentido y siento al ver las imágenes de estos hombres (en su gran mayoría, pues mujeres y niños yacen en los caminos) vagando sin rumbo, sin agua y sin comida, y esta vez de verdad, hacia ninguna parte, porque nadie los quiere en su territorio.
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