lunes, enero 28, 2008

Cuando la vida y la muerte están separadas por un palmo de distancia...

... Y tan cerca que, aún sin tocarte, puedes sentir el dolor, punzante, atravesando tu cuerpo.

En ese momento no piensas nada.
Todo se detiene excepto el corazón, que comienza a latir con una fuerza brutal.

Siempre había oído que en casos extremos, una serie de fotogramas sintetizando la vida de uno -de una- cruzan vertiginosamente por la mente. No en mi caso, quizá al encontrame en el lado contrario de la muerte
o del desastre. Los dioses lo habrían elegido hoy así.
Acto seguido y directamente proporcional al aumento de pulsaciones por minuto, cuando se es cosciente de lo que podría haber pasado, es cuando -precisamente- mis pensamientos se han centrado en mi hijo, para después entregarse a navegar, a reconocer, a proyectar, a modo de flases fugaces, lo deliciosa que es la vida y en todo, absolutamente todo lo que me habría perdido... Lo que queda por llegar.
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