martes, junio 14, 2005

Te ofrezco mi casa, el pan y la sal...

- Como toda buena reconciliación, habíamos de terminar en la cama - Le argumentó ella.
- Sip. Estaría muy bien, pero no podemos
- Contestó él - No quieres. Ya lo sabes...
- Calla
- No - Escupió él de nuevo
- Ven... - Susurró ella lentamente, mientras entrecerraba los ojos.
- ¿He de hacerte caso o mantener la promesa que te hice? - Le contestó él suplicando con la mirada.
- Ven... - Le volvió a decir de nuevo - Es, eres, lo que siempre he querido.



Apoya Ecoogler.com el buscador ecológico