domingo, diciembre 18, 2005

J'adore

Desde un ángulo no más de 35º, el sol de la mañana proyecta sus rayos en la esquina de mi ojo izquierdo.

Adoro la sensación de calor de ese par de minutos. Sí, escaso tiempo pues me sorprende caminando.
Esa calidez se traduce en un abrazo de luz y sueño que el Disco Solar me acoge entre sus brazos como lo hizo tres mil años atrás.

Mi mirada se torna ámbar y el oro toma protagonismo con cada paso, con cada golpe de vista hacia cualquier pieza del conjunto de mi campo de visión.
Me siento única.
Privilegiada.
La Corona Real sobre mi punto de partida.

La Reina del Nilo... que nunca he dejado de ser.

Te comprendo, Akhenatón.
Apoya Ecoogler.com el buscador ecológico