domingo, noviembre 13, 2005

Recuerdos con sabor a hiel

La vida es, generalmente, un punto y seguido. Debe serlo. No soy partidaria de estancarme en un lugar, por eso no puedo permitirme que se me apoderen algunos hechos que me han marcado. Pero debo decir que no puedo olvidarlos. Y a veces se convierten en miedos temporales.

La mente sustrae estos pensamientos que "no interesan" para colocarlos en una parte de la memoria que no revisamos con frecuencia. Por eso, estos asuntos suelen ocupar nuestro interés y desasosiego exclusivamente el tiempo que la noticia está presente en los diversos grupos informativos.
Inmediatamente después, la desplazamos al trastero donde la recordaremos en contadas ocasiones.

A veces me siento culpable porque esto suceda así. Obviar estos hechos es quizás necesario por las razones que describía al principio. Si se generalizase la desazón continuada en nosotros, los receptores, por todas las crónicas de sucesos, creo que sería insostenible para el ser humano. Aunque, por otra parte, acaso estas sensaciones provocaban más de un motivo para movilizarnos de manera individual o en conjunto según procediese y, ¿quién sabe?, posiblemente este mundo sería un poquito mejor ya que, con fuerza de voluntad, como he escrito alguna vez, se logran muchos propósitos. Y si esta causa no fuera motivo suficiente como para alentar a los más reticentes y oscuros, por soñar imagino que el egoísmo aplicado al caso que hoy me ocupa sería bastante para desprenderse de la comodidad del olvido y el pasotismo.

Llevo un tiempo pensando que si mi vida hoy fuera distinta, esto es, obligaciones maternales y derivados, intentaría dedicarme por completo a alguna organización no gubernamental.
Me descubro a mí misma como una persona cada vez más susceptible ante ciertas injusticias y éstas, en lugar de endurecerme, me sensibilizan progresivamente de tal modo que me encuentro enfrentada con la impotencia de la falta de tiempo y, sobretodo, con caminar por una línea de la que no me puedo desviar porque también me debo a otras obligaciones maravillosas que, por supuesto, yo misma elegí en su momento y de las que me siento por completo orgullosa en toda su extensión.

Pero sí, una parte de mí se lamenta de no tener libertad al cien por cien para destinarme hoy a estos propósitos.

1 Comments:

Blogger 315517 said...

Hola Dayamunzu, es normal sentir la impotencia dentro del sistema, ya que los que se "mojan" son los que ya no tienen nada que perder, el resto estamos atados y bien atados. Llámale hijos, hipoteca, trabajo, estabilidad... primer mundo.

Saludos. ^_^

21:09  

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