GRAN CIRCO MUNDIAL
Hace poco más de una semana que desmontaron el Gran Circo Mundial (ese adjetivo me resulta arrogante) del cual estaba bastante descontenta desde el primer día de su instalación que hicieron coincidir con las Fiestas en Honor a la Virgen del Pilar en Zaragoza.
A este lo ubicaron unos metros más al sur del edificio donde trabajo, en una planicie a dos alturas lo suficientemente extensas como para acoger las carpas más su correspondiente séquito de camiones, caravanas y demás transporte para las bestias.
Cada día, durante un més aproximadamente, he pasado por la acera contraria (ambas distarán entre sí unos diez metros).
El hedor a orines y deposiciones que colocaban en un contenedor para escombros junto a la valla de "protección" (no más de un metro y medio de altura) me producía náuseas e incluso mareos ¡a menos de dos minutos de la puerta de mi trabajo!.
No quiero echar cuentas sobre la falta de salubridad al colocar este contenedor tan cerca del paso público: basta con alargar la mano (cualquier crío, en un descuido de los padres, podría hacerlo) para impregnarse de la porquería que lleva dentro.
Prosiguiendo con el tema de la higiene, he de añadir que a la derecha de la acera opuesta a la del Circo, se encuentra un parque de dimensiones considerables: el parque Torre Ramona. En el cual, ni falta hace que mencione la cantidad de niños que acuden a él diariamente a jugar, entre ellos, mi propio hijo a quien llevamos tantas veces como podemos. Pues bien, no quiero ni imaginarme la cantidad de alimañas tales como pulgas (Pulex Irritans), garrapatas (Rhipicephalus sanguineus), y, por qué no, incluso ratas (Rattus norvegicus) que se habrán paseado por el parque a su libre albedrío "tan contentas".
Pero el mayor peligro, a mi modo de ver, supone la poca protección que la valla ofrece con el consiguiente riesgo de que ciertas bestias se escapen de un salto o trepando por ella. No ha sido la primera vez que esto sucede trayendo consecuencias nefastas.
Recuerdo no hace mucho, por la zona noroeste de Castilla-León se escapó una boa de una longitud respetable y al final se comió un elefante (mmm... eso es en El Principito). Dejando las bromas aparte, creo recordar que a punto estuvo de suceder una desgracia.
En Huesca, se escapó un tigre que tuvo a la ciudad paralizada durante las interminables horas que duró su búsqueda, por suerte, sin nada que lamentar.
Y en la zona de las Cinco Villas, a mediados de verano seguí en el periódico "Heraldo de Aragón" que varios expertos estudiaban unas huellas encontradas en las inmediaciones de una balsa, presuntamente de una leona, dejando rastros de varios perros y un caballo despedazados por esa misma zona de igual manera que lo haría este mamífero en la sabana africana.
Todavía podría apostillar algo más: detrás de los barracones para animales, en la explanada sur, a una antura inferior a la de la calzada, aparcaron varias decenas de camiones y caravanas (la logística del espectáculo, supongo) como si de un gran laberinto se tratase. Calculo que sobrepasarían los setenta vehículos. y en estos tiempos en los que el vandalismo es casi una forma de expresión (algunos ignorantes piensan que es su manera de protestar) cualquier mente miserable y, sobretodo, criminal, podría haber hecho saltar por los aires el Gran Circo Mundial con sus payasos, bestias y alimañas, el Parque Torre Ramona y medio Barrio de Las Fuentes.
Al oírme contar todo esto hasta yo me paro para reírme durante un segundo. Pero bien es cierto que podrían darse estos acontecimientos. Y fuegos artificiales como clausura de las fiestas, ¡hala!.
A ver si al año que viene, que seguro ya me toca hacerles una visita a los payasos, sitúan las carpas y su comitiva un poquito más alejadas de la ciudad. Resultará seguramente un engorro para los padres, pero como medida de seguridad será más que acertada.
A este lo ubicaron unos metros más al sur del edificio donde trabajo, en una planicie a dos alturas lo suficientemente extensas como para acoger las carpas más su correspondiente séquito de camiones, caravanas y demás transporte para las bestias.
Cada día, durante un més aproximadamente, he pasado por la acera contraria (ambas distarán entre sí unos diez metros).
El hedor a orines y deposiciones que colocaban en un contenedor para escombros junto a la valla de "protección" (no más de un metro y medio de altura) me producía náuseas e incluso mareos ¡a menos de dos minutos de la puerta de mi trabajo!.
No quiero echar cuentas sobre la falta de salubridad al colocar este contenedor tan cerca del paso público: basta con alargar la mano (cualquier crío, en un descuido de los padres, podría hacerlo) para impregnarse de la porquería que lleva dentro.
Prosiguiendo con el tema de la higiene, he de añadir que a la derecha de la acera opuesta a la del Circo, se encuentra un parque de dimensiones considerables: el parque Torre Ramona. En el cual, ni falta hace que mencione la cantidad de niños que acuden a él diariamente a jugar, entre ellos, mi propio hijo a quien llevamos tantas veces como podemos. Pues bien, no quiero ni imaginarme la cantidad de alimañas tales como pulgas (Pulex Irritans), garrapatas (Rhipicephalus sanguineus), y, por qué no, incluso ratas (Rattus norvegicus) que se habrán paseado por el parque a su libre albedrío "tan contentas".
Pero el mayor peligro, a mi modo de ver, supone la poca protección que la valla ofrece con el consiguiente riesgo de que ciertas bestias se escapen de un salto o trepando por ella. No ha sido la primera vez que esto sucede trayendo consecuencias nefastas.
Recuerdo no hace mucho, por la zona noroeste de Castilla-León se escapó una boa de una longitud respetable y al final se comió un elefante (mmm... eso es en El Principito). Dejando las bromas aparte, creo recordar que a punto estuvo de suceder una desgracia.
En Huesca, se escapó un tigre que tuvo a la ciudad paralizada durante las interminables horas que duró su búsqueda, por suerte, sin nada que lamentar.
Y en la zona de las Cinco Villas, a mediados de verano seguí en el periódico "Heraldo de Aragón" que varios expertos estudiaban unas huellas encontradas en las inmediaciones de una balsa, presuntamente de una leona, dejando rastros de varios perros y un caballo despedazados por esa misma zona de igual manera que lo haría este mamífero en la sabana africana.
Todavía podría apostillar algo más: detrás de los barracones para animales, en la explanada sur, a una antura inferior a la de la calzada, aparcaron varias decenas de camiones y caravanas (la logística del espectáculo, supongo) como si de un gran laberinto se tratase. Calculo que sobrepasarían los setenta vehículos. y en estos tiempos en los que el vandalismo es casi una forma de expresión (algunos ignorantes piensan que es su manera de protestar) cualquier mente miserable y, sobretodo, criminal, podría haber hecho saltar por los aires el Gran Circo Mundial con sus payasos, bestias y alimañas, el Parque Torre Ramona y medio Barrio de Las Fuentes.
Al oírme contar todo esto hasta yo me paro para reírme durante un segundo. Pero bien es cierto que podrían darse estos acontecimientos. Y fuegos artificiales como clausura de las fiestas, ¡hala!.
A ver si al año que viene, que seguro ya me toca hacerles una visita a los payasos, sitúan las carpas y su comitiva un poquito más alejadas de la ciudad. Resultará seguramente un engorro para los padres, pero como medida de seguridad será más que acertada.
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