domingo, junio 26, 2005

Multitarea

A continuación enumero y en orden alfabético, ya que no quiero priorizar ningún punto sobre cualquiera del resto, los siguientes roles (seguramente cometeré la falta imperdonable de dejarme alguno en el aire) que desempeñamos las mujeres a lo largo de las VEINTICUATRO HORAS que tiene el día:
  • Alumna destacada
  • Asistenta social
  • Economista
  • Emprendedora
  • Enfermera
  • Esposa (o similares)
  • Líder comunitaria
  • Madre
  • Maestra
  • Pluriempleada eficiente
  • Psicóloga
  • Voluntaria

Además de tener que cumplir bien cada función, hemos de estar "guapas" al final de la jornada y siempre a punto. No fracasar... No decaer...

Al parecer, es como si no pudiésemos tener el "derecho" a estar cansadas y que tan sólo ellos lo dispongan. Sus trabajos sí que son estresantes de verdad. Y, en última instancia, ellos sí pueden quejarse.

Últimamente pienso demasiado en este tema, que se acerca hacia mí amenazándome de manera alarmante.

Reflexiono sobre la visión que tienen los hombres a cerca del listado anterior: menosprecian el conjunto de las tareas que, prácticamente y en su totalidad, asumimos nosotras.

¿Cuántos de estos hombres, que aluden a que sus causas son las que en verdad pueden provocar cansancio físico y emocional, se adjudican, ya no el cien, sino el 75% de lo enunciado?

Todos estos hombres, a su vez, nos recriminan constantemente que nosotras no tenemos razones de peso para quejarnos. Que si estamos agotadas actuemos en consecuencia para no estarlo.

Nuestra respuesta: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ ... !!!!!!!!!!

La mía: ¡que alguien me diga cómo!

Hace pocas semanas, Alex Rovira, profesor de Esade, conferenciante y escritor, nos dedicó unas líneas valorando nuestro trabajo: una multitarea que siempre permanece en la sombra y que, a su vez, es infravalorada tanto económica como socialmente.

A continuación rescato unas líneas suyas:

"Las mujeres copan las universidades y, objetivamente, son más eficientes en el desarrollo de su trabajo, además de dedicar más tiempo al hogar, pero reciben una remuneración muy inferior a la de los hombres, a la vez que sufren una mayor exigencia y precariedad laboral. Gracias a su gestión y a sus decisiones, la economía y la cultura avanzan. La brújula interior de la mujer, más equilibrada y sensible y mejor orientada, sostiene los hogares y, en consecuencia, las economías, pagando el precio de una dedicación extraordinaria o una renuncia a su carrera profesional. Por ello, si la sociedad se desarrolla y avanza es, sobretodo, gracias a ella"

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