sábado, julio 11, 2009

Roda de Isábena

Lo más al este del Pirineo Aragonés que había visitado era el Valle de Gistaín (Chistau, en fabla. Que siempre me ha hecho gracia cómo suena) y, algo más a la derecha, Benasque. Pero siempre en la línea horizontal de los Pirineos, partiendo de la zona central (Valle de Pineta, principalmente) y moviéndome sobre esa "V" imaginaria, por lo que los extremos los he tenido siempre un tanto olvidados, exceptuando los varios días de agosto del 99 que recorrí los valles de Hecho y Ansó, desde Aragües del Puerto (zona de paso de osos) hasta traspasar la frontera con Navarra y visitar los pueblos de Roncal, Urzainqui e Izaba con sus casitas y su arquitectura típica.

Volviendo a la parte más oriental, si se traza una línea recta imaginaria desde Benasque hacia unos cuarenta km al sur, se encuentra, sobre un promontorio, un pueblo originariamente fortificado, del que todavía queda una muralla muy bien conservada en la parte noreste, y llamado Roda de Isábena desde donde se domina todo el valle.

Roda de Isábena, cuenta con una catedral cuya primera construcción data del s. X.
El opus spicatum de uno de los ábsides muestra la antigüedad a la que se remonta. Sin embargo, tras ser destruída por Abd-Al-Malik, hijo de Almanzor, volvió a realizarse un segundo levantamiento en varias etapas aprovechando partes no derruídas de la primera y conservándose tal y como se encuentra actualmente.

De la catedral resulta curiosa la cripta descubierta a la vista en la misma planta de la nave principal. El altar, de hecho, se levanta sobre la cripta a tres niveles sobre tres arcos de medio punto. Y esta peculiar construcción tuvo lugar porque al estar enclavada en la roca, no querían podían escavar en ella (si Gimli les hubiera hablado de las minas de Moria...).

*Debido a que está prohibido realizar fotografías dentro de la Catedral
esta imagen la he tomado prestada de wikipedia.


El mausoleo, dedicado principalmente a San Ramón (y cuyos tesoros y archivos remontan incluso al s. XI fueron expoliados por Erik El Belga a finales de los setenta) contiene principalmente un sarcófago en piedra que hace las veces de altar y en el que supuestamente reposan los restos del santo. El sepulcro está tallado y muestra escenas de la Virgen María, de la huída de Egipto y la adoración a Jesús en la parte frontal. A la izquierda, se encuentra la única parte que aún conserva restos de la policromía original con San Ramón vestido de pontífice.
A la cripta norte o "Archivo o Sala del Tesoro" se accede desde la sala anterior por un lateral derecho. En la bóveda de cañón todavía se conservan los frescos de pinturas románicas con imágenes de Jesús. En ese pequeño ábside, se encuentra una bancada de asientos individuales en semicírculo que hacía las veces de archivo. En el centro, un cofre con los restos de San Valero (obispo de Roda antes de serlo en Zaragoza. Patrón actual de la capital de Aragón, por cierto) preside la pequeña sala.

El claustro se encuentra anexo a la parte norte de la catedral.


Supongo que será por la invitación al recogimiento, por el silencio, por una visión romántica del conjunto... pero siento especial predilección por los claustros. El de Roda, tiene planta cuadrangular con un aljibe en el centro (gentileza del hijo de Almanzor, algo tendrán que agradecerles).
En el ángulo sureste, muy cerca de la entrada exterior, se aprecia otro ejemplo del opus spicatum, característico de la mampostrería del románico más antiguo. En este mismo lateral, los capiteles del aljibe y los de la sala capitular están decorados con laudas funerarias en latín, pues el propio suelo del claustro alberga un buen número de tumbas. Algunas laudas de los capiteles todavía conservan una sutil policromía que se ha ído desvaneciendo con la humedad y las inclemencias del tiempo.

En el refectorio, de casi mil años de antigüedad y exquisitamente decorado con gran parte del mobiliario original de la catedral, se puede desayunar y cenar desde el mismo lugar en el que los monjes lo hicieron novecientos años antes.
En la parte más alta de la pared este se conservan pinturas al fresco de escenas religiosas.
Las vistas al claustro desde una de las dos ventanas del refectorio son como un viaje a través del tiempo. Y la tranquilidad, discrección y comodidad, a pesar de la austeridad de la piedra, sólo se ven alteradas por las burbujas de una buena botella de cava y un perfil que ya adoro.

jueves, julio 09, 2009

El desembarco

Todos íbamos en una misma dirección, pero sólo yo iba a tu encuentro...

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