martes, mayo 27, 2008

Adios, Mr. Pollack

No fuiste el mejor. Es cierto. Pero yo siempre te asociaré a Robert Redford, tu actor fetiche, a quien elegiste para protagonizar siete de tus veintiuna películas.

No necesitaste el Óscar Honorífico que la Academia suele conceder para lavarse la conciencia pues
te llevaste el Óscar al Mejor Director y a la Mejor Fotografía por Memorias de África.

Nos vemos.

sábado, mayo 24, 2008

Una velita a la Virgen del Pilar

No sé qué tipo de revolución se va a producir entre acólitos y comerciantes ahora que se ha prohibido colocar las típicas velas (largas como la vara de San Pedro) que a cientos se encienden diariamente frente a la Virgen del Pilar en Zaragoza a la par que se le hace una petición o un agradecimiento silencioso a la imagen para, acto seguido, rezar lo que se tercie, lo que desee o lo que sepa cada fiel.

Esta costumbre, muy arraigada entre maños y forasteros (curiosamente ejecutada tanto por creyentes como por aquellos que no lo son) es algo que llevo viendo desde que tengo uso de razón.
Sin embargo, su origen se remonta siglos atrás. El propio Felipe II donó unos candeleros labrados en oro cuya misión fué custodiar a la Virgen y, por supuesto, alumbrarla con los cirios que sujetan. Y aunque toda donación incluye un segundo propósito, ignoro si tales óbolos íban dirigidos a la Santa Madre Iglesia, tan poderosa e inquebrantable hace cuatro siglos y durante mucho después, o bien fueron destinados inocentemente por El Prudente para ocupar el lugar y la labor que ahora ostentan cual fiel zaragozano que actualmente puede acudir (sólo hasta el próximo 11 de junio) a poner su tradicional velita a la Virgen.

Yo siempre he dicho, a modo de mofa, que no me explicaba cómo la Basílica de El Pilar carecía de siniestros por incendios accidentales ya que cuando alguna vez he visitado el Templo me ha sorprendido la peligrosidad con la que los largos cirios se curvan, debido al calor del conjunto de las llamas, amontonándose los unos sobre los otros y formando a veces una pira de considerables dimensiones.

Así que, tal y como comenzaba al principio de este artículo, los más perjudicados serán los comerciantes de las calles Alfonso I, Don Jaime y circundantes, así como las cererías.
Los primeros ya han manifestado sus quejas en contra de la orden dictada por el Cabildo acusándoles de monopolizar las ofrendas.

En la siguiente fotografía (tomada del Heraldo de Aragón digital) se distinguen los dos veleros: el tradicional de madera a la izquierda que tiene los días contados y el eléctrico que por un "módico" precio de 0.50€ cualquier acólito, niño o grande, puede encender sin peligro su velita para la virgen.


He de reconocer que el cambio repercutirá favorablemente en la conservación de los frescos de la Basílica. Y los protagonistas de las ofrendas terminarán acostumbrándose con el tiempo a ver su importantísima tradición actualizada, a pesar de las numerosas protestas desde que la noticia salió a la luz.

lunes, mayo 12, 2008

Un Templo Mágico

Lo cierto es que no sé muy bien por qué, pero esos bloques de piedra me han trasmitido una energía especial cada vez que me he acercado a ellos desde aquella primera visita, el sexto día de septiembre de mil novecientos noventa y siete.


El Templo de Debod está ubicado en el Parque del Oeste (Madrid).
Este Santuario de unos veintidos siglos de antigüedad se encuentra en la capital española gracias a la ayuda que nuestro país ofreció a Egipto en el traslado de los templos de la zona de Nubia, especialmente los de Abu Simbel, a causa de la construcción de la nueva presa de Asuán.

La gran mayoría de las construcciones egipcias se caracterizan por estar formadas, además de piedra nueva traída de canteras seleccionadas, por restos de otras edificaciones más antiguas que se arruinaron a causa del abandono al despiadado brazo del desierto o bien derruidas por la mano del hombre bajo el mandato del faraón reinante.
Los bloques de piedra se han tomado prestados de esta manera a lo largo de los siglos de la vida del antiguo Egipto para erigir otras obras, con lo que se pueden encontrar santuarios de mayor y menor importancia dispersados por Egipto como si se tratara de las piezas de un puzzle.

Así que, aunque lo sospechaba, me complace sobremanera descubrir que el Templo de Debod contiene piezas de una capilla original que fue levantada en el mismo emplazamiento que posteriormente ocupó el definitivo. Dicha capilla la mandó construir muy probablemente Seti II, nieto de Ramsés II, y fué dedicada a Amón, dios de los dioses por antonomasia e instaurado casi al término de la Dinastía XVIII.
Y aunque el descendiente del Gran Faraón ocupó un puesto ya en decadencia en su dinastía y jamás pudo igualar la grandeza y el esplendor de los sesenta y siete años de reinado de su abuelo, por sus venas corría la sangre de Ramsés el Grande.
Estoy segura de que esa gloria y dignidad de su linaje la transmitió a todos y cada uno de los bloques de piedra mediante una ceremonia mágica.

El Templo que ahora podemos contemplar y visitar (o lo que queda de él) se erigió durante la época Ptolemaica a la que se le sucedieron varios añadidos en la época grecorromana.
Pero me gusta pensar que esa magia... esa energía electrizante que desprende y que me sedujo aquel día y que he captado en las posteriores visitas es fruto de una estirpe de grandes faraones cuyas vidas y acontecimientos me fascinan notablemente.

*

Nota: Me veo en la obligación moral de añadir una frase de agradecimiento al autor de la fotografía, Ignacio Cobos, con quien me une una profunda relación de amistad y cuyo paso por mi vida considero esencial.
Los detalles se quedan en la memoria. Pero en este post, además de darle las gracias por facilitarme una imagen maravillosa del Templo sin habérsela pedido, he de hacerle una mención especial por haberme llevado al Parque del Oeste hará ya once años. Por la magia de la que me impregné en aquel momento y ¿por qué no? por lo que vino después...
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