Al final va a resultar que, como se nos viene recordando tras los siglos, la concupiscencia es perniciosa.
A pesar de que una gran mayoría estamos en contra de cualquier represión sexual que implique la continencia del deseo más ancestral o más profundo (y quiero clarificar por escrito que no me considero libertina de la manera más pervertida que algunos podrían entender si lo asocian a cualquier sinónimo de depravación, aunque sí me manifiesto abiertamente en contra de mantener ahogadas las apetencias de cualquiera que, si uno, dos o diecisiete quieren, pueden satisfacer).
Ciñéndome al tema principal de este post, recuerdo las veces que, tomando el rol de amiga protectora, les he recordado a mis amistades, cuando ha venido a cuento, que en estos tiempos oscuros en los que las enfermedades venéreas están a la orden del día (lejos están los años en los que la sífilis era de los pocos males mortales de los que había que preocuparse) a causa -precísamente- de esa libertad sexual de la que gozamos cada vez más abiertamente, podemos encontrarnos con más de un susto. Y no hablo de un embarazo no deseado puesto que este hecho, a día de hoy, sería algo así como un "tropezón" en el caso de no seguir adelante con la gestación en el lugar de ellas y una falta de responsabilidad bastante grave en el de ellos si se desentendiesen de cualquier tipo de compromiso.
Lo que quiero decir cuando hablo de "susto" es una lista de enfermedades que se pueden contraer si prestamos atención a la líbido y olvidamos tanto el preservativo como la razón en algún rincón o donde se tercie.
Las comúnmente llamadas verrugas sexuales no son otra cosa que el Herpes Genital o VPH (Virus del Papiloma Humano) y que el vulgo piensa de manera desacertada que se tratan de formaciones irregulares "vivas" (puesto que sangran si las arrancas o las cortas -las corrientes, digo-). Las verrugas corrientes son, básicamente, unas deformaciones celulares más o menos voluminosas y con más o menos pimentación. Todos las hemos reconocido alguna vez en la epidermis.
Pero volviendo a las "sexuales" y ya puestos a darle morfología siniestra, tantos son los que creen que esas verrugas de las que comenzaba a hablar en el párrafo anterior son un grupo de aquellas que cualquier mala bruja que se preciase ser portaría en su nariz.
Cuál lejos están de asemejarse. Se tratan más bien de, generalmente, una o varias vesículas que se ulceran formando costras y que se acompañan de cosquilleos, ardor, dolor local y/o en la micción, flacidez del tono muscular (con el consiguiente riesgo de Prolapso Vaginal en la mujer) y otras molestias como fiebres, cefáleas y mialgia para ambos sexos.
El tratamiento médico además es bastante prolongado, y costoso si se elige un especialista privado que agilice el proceso. Para esto, si el sujeto se puede permitir el desembolso económico, el tiempo y la curación (la psicológica también) están a su favor.
Pero si pensábamos que con utilizar correctamente el preservativo ya estaba todo solucionado, un último estudio publicado (Sexually Transmited Infections. Cambridge, 1999:75:317-19) muestra la posible transmisión dáctilo-genital de este virus.
El doctor que encabeza la investigación y sus colaboradores en el Hospital de Addenbrooke (Cambridge) han comprobado la existencia del ADN del VPH en muestras extraídas de lesiones sexuales y restos de uñas en hombres y mujeres con verrugas genitales.
Y el estudio concluye como que los pacientes con esta afección pueden transferir ciertos tipos de VPH genital a sus parejas mediante el contacto dáctilo-genital.
Este es un problema bastante grave. Con cosas así me da por pensar que quizás sean "artimañas" de la naturaleza humana que dicen que es muy inteligente. Quizás se trate de una especie de exterminio porque ya estamos demasiados... Esto son especulaciones, un paréntesis al que no quiero prestar demasiada atención.
Y para finalizar con el VPH, decir que se le relaciona con el cáncer de cuello de útero. Que éste no siempre se produce por la infección vírica pero sí hay un porcentaje importante de riesgo.
La Hepatitis C, por otra parte, es más conocida y aunque su contagio no es únicamente por la vía sexual (en pacientes no inmunes en hemodiálisis, en receptores de sangre, en jeringuillas compartidas, en trabajadores de la salud cuyo riesgo es el contacto con líquido biológico orgánico o accidente con agujas infectadas, entre otros) sí es una posibilidad que hay que contemplar pues, en cualquier caso, compromete severamente el hígado y el sistema gastrointestinal.
El sexo predominante es (frente al VHP que en porcentaje lo sobrepasa la mujer) masculino por su mayor grado de prácticas de riesgo. Y en cuanto a porcentajes me veo obligada a reflejar que si el Virus del Papiloma Humano es mayoritariamente una enfermedad que predomina en las mujeres, son ellos los portadores. Esto es, por regla general, no son ellas quienes contagian, sino ellos, teniendo éstos la absurda ventaja de que serán una minoría aquellos que la manifiesten.
De esta forma, no puedo evitar la comparación con las Rattus Rattus o Rattus Norvergicus (rata de alcantarilla y rata de campo), polizones de los barcos provenientes del comercio con el Imperio Bizantino y portadoras de las pulgas que transmitieron la Peste Negra o Bubónica durante varios episodios de la Edad Media y que hicieron estragos en la población europea...
Pero en el VHC (Hepatitis C) es el sexo masculino la mayoría predominante. De igual modo el VIH o SIDA, del que no me voy a extender porque es de sobra conocido, comenzó en los años 80 relacionándose directamente con la homosexualidad y, por ende, la mayoría eran hombres los infectados. La razón está al margen de toda discriminación: las relaciones homosexuales, tanto para ellas como para ellos, se han disfrutado siempre sin ningún tipo de protección bajo el pretexto de la imposibilidad de concebir, y estas prácticas carecían apenas de riesgos asociados (no me canso de repetir que desde siempre han existido los contagios por vía sexual) pero, al parecer, a lo único que le damos importancia es al hecho del embarazo no deseado. Al resto, lo obviamos.
¿Relaciones homosexuales? - han debido de pensar - Pues CARPE DÍEM. Y así les ha ído...
Ya en la segunda mitad de los ochenta se empezó a equilibrar el porcentaje en ambos sexos de infectados de VIH hasta fecha de hoy.
De cualquier manera, estas enfermedades, y otras más que me dejo, tienen un factor denominador común y es la PROMISCUIDAD, algo que se nos ha venido diciendo a modo de advertencia a lo largo de la historia.
Uno de los temas principales de "La Celestina", por ejemplo, es éste. No hace mención a la transmisión de enfermedades pero la lascivia -según esta obra- "nunca nos va a traer nada bueno".
En fín, es una pena que millones de Calixtos y millones de Melibeas tengan que encontrar la muerte u otras incomodidades de distinto calibre por irresponsables, que dirían algunos.
Por dejarse llevar, apostillaría yo.
¡Ains...! esa búsqueda del placer que nos ciega.