lunes, enero 28, 2008

Cuando la vida y la muerte están separadas por un palmo de distancia...

... Y tan cerca que, aún sin tocarte, puedes sentir el dolor, punzante, atravesando tu cuerpo.

En ese momento no piensas nada.
Todo se detiene excepto el corazón, que comienza a latir con una fuerza brutal.

Siempre había oído que en casos extremos, una serie de fotogramas sintetizando la vida de uno -de una- cruzan vertiginosamente por la mente. No en mi caso, quizá al encontrame en el lado contrario de la muerte
o del desastre. Los dioses lo habrían elegido hoy así.
Acto seguido y directamente proporcional al aumento de pulsaciones por minuto, cuando se es cosciente de lo que podría haber pasado, es cuando -precisamente- mis pensamientos se han centrado en mi hijo, para después entregarse a navegar, a reconocer, a proyectar, a modo de flases fugaces, lo deliciosa que es la vida y en todo, absolutamente todo lo que me habría perdido... Lo que queda por llegar.

sábado, enero 26, 2008

Universo Tangente

Hace ya unos cuántos años que descubrí la página oficial de la película -de culto- Donnie Darko (2001) que, de manera paralela, ofrecía al visitante una serie de incógnitas.

El caso es que desapareció durante, al menos, dos años... hasta ahora. Aunque no sé exactamente en qué momento se habrá activado de nuevo, merece la pena pasar un rato por los distintos niveles hasta llegar al final.

Hay miles de páginas web que expiran para no volver, pero
algo me decía que lo intentara. Y no sé por qué me ha dado por probar de nuevo.

Para los perdidos: aquí está.
Desconozco por cuánto tiempo.

¿Sobre la película? Hay que verla. Varias veces. Y puestos a elegir, mejor la editada como "Director's Cut".

Los temas no tienen desperdicio: la paradoja de la predestinación
(algo que me trae de cabeza y me plantea numerosas dudas), el universo tangente, el universo primario, agujeros de gusano, ¿esquizofrenia paranoide?...
Tan solo unas cuantas razones para romperse el coco. Yo todavía estoy en ello.
Me fascina todo ésto.

miércoles, enero 23, 2008

Adios, Heath...

domingo, enero 13, 2008

Odiosas comparaciones

Es lo que siempre se suele decir... Supongo que como medio de excusa para liberarnos de la carga psicológica que tiene el hecho de otorgarle, con el ejercicio mágico de la elección sujeta a valores individuales, mayor valía a alguien por encima de otro.

Pero comparar es algo que hacemos numerosas veces al día. No solo con las personas sino con la toma de decisiones o con la elección de objetos, por poner dos ejemplos más generales.
Contrastar ha sido y es, además, necesario para la supervivencia. Sin embargo, hay matices que cambian drásticamente cuando el ser humano se ve incorporado en el lote porque, claro, el hombre -como la mujer- no es un objeto y como tal no debería ser comparado. Eso es, al menos, lo que afirma la moral social, ese conjunto etéreo de ideas generales para la buena convivencia que se nos intenta inculcar, quizá para convertirnos en seres menos frívolos y sociables.

¿Por qué evitar comparar, por ejemplo, entre dos personas aludiendo la archifamosa frase "las comparaciones son odiosas" si es algo que se ha hecho desde el principio de los tiempos?

El temor a ser mal visto por proceder al tema que hoy me ocupa puede que sea el lastre más generalizado para evitar la contraposición de equis número de personas en una conversación.
Pero una comparación no tiene por qué arrastrar connotaciones negativas siempre. Sólo depende del adjetivo o la particularidad a destacar.

Y a ésto último quiero hacer incapié a colación de una conversación mantenida anoche acerca de dos personas con las que he intercambiado sexo y besos. Una de ellas, mi compañero de conversación.

Siempre me ha parecido de muy mal gusto relatar detalladamente la vida sexual que comparto (no así mis preferencias, que jamás he tenido pudor en tratar si así se tercia el tema) a alguien con quien ya las he mantenido. Y no sé muy bien por qué. Supongo que para no entrar en malentendidos y para que nadie se sienta infravalorado (porque también está la comparación que individualmente hacemos de nosotros mismos. Nuestras "pajas mentales". Material para otro post...). Pero para evitar entrar en pormenores, espeté: "las comparaciones son odiosas". Y metí la pata hasta el fondo porque para mí hay ciertas personas que son incomparables, a menos que sea un desastre (sexualmente hablando) y la frasecita de marras induce a lo que induce, esto es, a sentirse comparado. Porque este dicho popular no cabía en la conversación aquella.
Me equivoqué al intentar escaparme. Pero no pasa nada. Imagino que no me lo tendrá en cuenta...

Y por si alguna vez se pierde y me lee, ya lo sabe. Él conoce de sobras los polvos tan estupendos que se pueden echar con él.

sábado, enero 12, 2008

Uno más...

La diferencia con los tres, cuatro o cinco últimos es el cambio en cuanto a mi percepción acerca del tiempo.

Ya no mantengo esa eterna lucha encarnizada,
de la que hablaba en posts anteriores, con aquel Titán. Ya no soy una esclava del tiempo.

Mi vida ha bailado últimamente de manera generosa, lo que me ha servido para ir cerrando algunas puertas que se habían quedado abiertas durante años. El frío y la corriente se han esfumado.
Algunos lastres quedan ya tan lejos que su solo recuerdo es ya un conjunto de viejos espectros desahuciados.

Los treinta y uno me han venido a buscar en un momento esencial de mi vida. Ojalá el resto me saluden de la misma manera.
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