sábado, octubre 14, 2006

Otras paranoias...

El relativo miedo que dejé por escrito hace un año cuando escribí el post titulado Gran Circo Mundial acerca de bestias tales como tigres, leones (estrellas "invitadas" al espectáculo circense que hacen el deleite de, sobretodo, niños) y fieras similares que podrían escaparse llegado el caso, se ha visto acentuado este año cuando dicha carpa y su séquito de barracones y tiendas de campaña para alojar a estos animales siguen ubicados en el mismo lugar de las pasadas Fiestas del Pilar, esto es, el tramo final del camino hacia el edificio donde trabajo, frente a un parque y en una explanada.

Hasta aquí sin novedades.

Pues bien, cuál es mi sorpresa a principios de esta semana cuando pasando por la acera frente al circo oigo unos rugidos que tardo escasos segundos en interpretar: "son los leones".

No puedo describir el sonido. Y las onomatopeyas aquí no valen. Pero es realmente impresionante la magnitud de los rugidos (hay más de uno porque se pueden advertir los "diálogos").

Y entonces es cuando entra en juego mi mente:
  • Están a veinte metros...
  • El cercado que los separa de la acera (y del recinto en general del circo, séquito de caravanas y barracones para los animales) es poco fiable en cuanto a seguridad. Estoy segura que una persona podría, si empujara una de las vallas, volcarla al suelo sin demasiado esfuerzo.
Este cercado, por otra parte, no sobrepasará el metro ochenta de altura por lo que un león, un tigre, una pantera o cualquier animal de similares características podría, no sólo trepar por ella y derribarla, sino saltarla.

Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, pienso qué podría hacer yo, dadas las circunstancias, si sucediese justo cuando estoy pasando:
  • Intentar subir a un árbol: Negativo.
Los leones y, sobretodo, los tigres y las panteras trepan. Antes de que hubiera podido escalar un palmo (algo que considero harto difícil) me habría atrapado.
  • Correr.
A la altura de la calle donde, al otro lado se encuentran los felinos habrá, como ya he escrito, menos de veinte metros. A algo más de distancia se encuentra la puerta de la salvación: mi trabajo (¡já! curiosa contradicción). El problema es que la puerta está cerrada. Tengo que buscar la llave para entrar o llamar y esperar que me abran.
Demasiado tiempo.
Por otra parte, llegar corriendo con mis tacones que la mayoría de las veces los llevo de aguja, me resultaría empresa compleja.

Atrapada.

Hay quienes suelen decir que los leones de circo son meros gatitos, que son inofensivos, que si no tienen uñas... (algún idiota dirá que tampoco tienen dientes y que comen triturado, claro) pero, la verdad, habiéndo visto de cerca a éstos y habiendo comprobado que NO están escuálidos en absoluto, sé que me temblarían hasta las pestañas si me encontrara uno suelto por el camino.

Así que no hay salida.

Me da por pensar la sensación de verdadero pánico que sufrirían los protagonistas de la trilogía de Parque Jurásico (a mi hijo le encanta y creo que ya la he visto más veces que la de El Señor de los Anillos -que adoro, por cierto-) en el supuesto caso de que fuese real. En casa, con el Dolbi en modo +On es, literalmente, impresionante escuchar los rugidos de dinosaurios como el Tiranosaurious Rex o el Espinosaurius Egipticus, dos superdepredadores que, por su tamaño, son los que más llaman la atención.

O intento hacerme una idea de la vida del hombre en la Prehistoria con la cantidad de animales salvajes y peligrosos que campaban a sus anchas. Yo no hubiera sobrevivido. No sin ayuda de la tecnología.

Y sí, ya sé que dramatizo, que me he obsesionado quizás demasiado con éste tema y que, estadísticamente son bajas en número las noticias de sucesos relacionados con este tema pero es que a las horas a las que paso, cuando todo está bastante calmado,
tan cerca de los Panthera Leo, y tan sólo se oye el clac, clac de mis pasos no puedo sino sentir verdadero pánico cuando escucho cantar a los leones en un volumen sobrecogedor, pensar en los efectos de sonido de Parque Jurásico con el Dolbi e imaginar cacerías varias, gente huyendo y a mí intentando en vano buscar un lugar donde refugiarme de las fieras...

lunes, octubre 09, 2006

Como la marea

Vuelve octubre...

Vuelven las Fiestas del Pilar de Zaragoza... (este año con Amaral en la fiesta de apertura).

Vuelven las ferias y el Gran Circo Mundial al que este año tengo un a cita inexcusable: he de acompañar a mi hijo.

Y por volver, acabo de leer, hasta Los Héroes del Silencio...
La mítica banda aragonesa, uno de los grupos, además, más internacionales del panorama español durante, sobretodo, la primera mitad de los noventa hasta que, aprovechando el salto al mercado del disco "Para Siempre" (un recopilatorio que recogió temas de los más de quince años de la banda y sirvió para poner punto y final), se disolvió en 1996, sobretodo por las discordias más que notables entre Enrique y Joaquín (Bunbury y Cardiel).

Y es que no sé qué tiene este Enrique (yo siempre le he visto algo extraño, no sólo fisicamente o en su aspecto) que se crispa con tanta facilidad...
Uno de estos encontronazos lo tuvo con Shuarma, líder del también disuelto grupo Los Elefantes, a quienes apadrinó y colaboró en coros de temas como Azul (del disco "Se me va"). Dicen que acabaron los dos "como el rosario de la aurora" y que ninguno de los dos quiere oír hablar del otro.
Otra de sus "ídas de pinza" -como dicen por Madrid- fue hace poco más de un año en Zuera (localidad zaragozana) en la que durante la primera mitad de un concierto de la gira de su último álbum decidió dejar a los fans colgados después del tercer o cuarto tema alegando que no se encontraba bien, que dejaba los escenarios por un tiempo. Allí mismo.
¡¡¡Venga, hombre...!!!

Al principio engaña este hombre, la verdad. Parece tan comprometido con causas humanitarias..., con la tontada de que no tiene pelos en la lengua en cuanto a temas relacionados con la política... Pero al cabo del rato de cualquiera de las pocas entrevistas que ofrece, piensas: "este tío se va de la olla".
Se pasa de misticismo, de forzar ese halo de misterio y de persona inasequible hacia sí, de apartarse del resto del mundo como si él no pudiera ser tan mediocre como cualquiera. Demasiado creído se lo tiene (lo siento, Enrique, siempre he pensado así). Y puedo permitirme la licencia de hablar así porque además de frecuentar durante bastantes meses y cada semana el garito que tenían (no sé si todavía está en pié en honor a los viejos tiempos o, como el propio grupo, o como mi corazón, acabó hecho pedazos. Da igual) y verle allí, pinchando la música que quería o que sentía, estuvo medio liado, además de con otras, con una de mis mejores amigas de esa época, María B., entre 1993 y 1994, al poco tiempo de haber publicado el "Espíritu del Vino", un álbum que me gustó especialmente, lo reconozco.

Pues eso, que es muy extraño... pero admito que me alegro del regreso de los Héroes. Aunque ésta sea de manera temporal y para iniciar una gira internacional de tan sólo diez conciertos en escenarios tales como Roma, París, Berlín, Buenos Aires, México y, por supuesto, España. Voy a confiar que las desavenencias con Joaquín Cardiel están más que olvidadas y que hay "algo más" aparte de la suma sustanciosa con la que han llenado, de momento, los cuatro bolsillos de los componentes (todavía no se sabe si Alan Bougolavsky, el quinto Héroe, natural de México, que se sumó a ellos en la recta final del grupo, también formará parte de esta experiencia).

Y todo gracias a la Expo Zaragoza2008. Comenzaron a ensayar hace dos meses en el pabellón municipal de Osera de Ebro al que se han estado trasladando cada día, de lunes a viernes, los cuatro miembros. Pero ahora ya no es un secreto así que muy probablemente cambien el lugar.
De cualquier manera, el proyecto va tomando forma ¿Quién sabe? Tal vez me desafíe a acudir al concierto que, ineludiblemente, tenga lugar en Zaragoza y temas como: La Sirena Varada, La Flor de Loto, Nuestros Nombres, Maldito Duente, El Camino del Exceso, etc. me transportarán a unos trece años atrás...

Qué tiempos...
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