lunes, octubre 29, 2007

Solo me muevo por las cosas en las que creo

Y tengo muy claro, desde hace ya algún tiempo, que quiero y sólo empleo mis energías por luchar por lo que realmente merece la pena, según mi buen criterio.
El resto es perder el tiempo.

Soy cosciente de que puedo parecer egoísta.
¿Y qué si lo soy?
¿Y a quién le importa si, el que me acuse, lo será también?

Es que me da igual todo y el resto del mundo... Me interesan mis objetivos y mis logros. Y aunque es imposible aplicar a cada caso la actitud de el fin justifica los medios, entre otras cosas, por el tema de la moralidad que a cada indivíduo se le impone, o -más bien- que cada indivíduo forma para sí antes o después, sobretodo durante el período de la educación más temprana procedente de diferentes fuentes, la que firma también tiene la suya, por supuesto, así que no me las voy a dar de todopoderosa. Tendré que reconocer que mis metas se ven recompensadas si los medios con los que ejecuto mis acciones son afines a mi moral actual.

Todo un punto de partida para acariciar la filosofía... Una disciplina que también confieso me pone un montón.

viernes, octubre 19, 2007

Silogismos

Estoy convencida de que dios existe. El de los cristianos, digo. Porque -sin lugar a dudas- hay muchos más...

Todo comienza en Sodoma y Gomorra.
El Génesis 19 relata algo a su antojo pero difiero un poquito y a continuación explico mi versión:

En los albores de la humanidad el hombre y la mujer, el hombre y el hombre, la mujer y la mujer, cuando éstos todavía conservaban pelo en prácticamente en la totalidad de su cuerpo, prácticaban sexo por doquier y gracias a ésto, las arduas labores de supervivencia se sobrellevaban muy positivamente (al igual que hoy en día).

Los siglos pasaban y los dioses estaban encantados observando a la humanidad disfrutar de un placer recién adquirido. Incluso alguno fantaseaba con retozar con ellos por eso fueron muchos los que traspasaron esa línea etérea de la divinidad mezclando efluvios con los habitantes de la tierra.

Para los humanos, por otra parte, no había mejor regalo que ser el capricho de un dios o una diosa. Y el resultado de tanto placer vino marcado con el nacimiento del primer Héroe (hijo de un dios o una diosa con un hombre o una mujer) al que sucedieron muchos más a lo largo de la Historia.

El caso es que el sexo se fue convirtiendo en artículo de primera necesidad. Pero esta función no era muy bien vista por los ojos de un dios ermitaño que, cuando se personaba entre los demás, convertía el temor en apología de su doctrina y el miedo hacia los humanos en su lema principal.
A pesar de ésto,
fue haciéndose un hueco importante entre las conciencias de los hombres.
Muchos de ellos comenzaron a adorarle como un dios único. Así que, aprovechando un momento de fulgor, éste eligió a un puñado de varones para esparcir su pensamiento en la tierra de los mortales.

Fue tal su dedicación que consiguió dejar atrás a todos los demás dioses.
Los altares se destruyeron, las imágenes se quemaron, las construcciones para las divinidades fueron demolidas, las ofrendas se abolieron y paulatinamente, todos estos dioses que poblaban el olimpo, íban siendo olvidados...

Aunque no del todo.

Un pequeño grupo de personas continuaba adorando a los antiguos dioses en secreto y, por supuesto, follando por placer.
Pero como se sentían custodiados y ciudadanos no libres dedicieron fundar una ciudad en la que el sexo por placer se permitiese.
Levantaron dos núcleos y les llamaron Sodoma y Gomorra.

Al contrario de lo que los textos bíblicos se han encargado de transmitir, en estas ciudades no reinaba el libre albedrío, ni las bacanales eran tan constantes como para impedir el trasiego y la vida rutinaria como en cualquier otra ciudad con su lupanar correspondiente. No. Tan sólo se permitía disfrutar de la sexualidad como algo normal entre hombres y mujeres o entre hombres y hombres o entre mujeres y mujeres porque, al fín y al cabo, el ser humano, desde el momento en el que se convierte en humano, se convierte también en un trashumante en la búsqueda constante de la felicidad.

Como ya digo, la vida en Sodoma y Gomorra transcurría normalmente y sus habitantes eran tan parecidos y tan diferentes como lo podrían ser en otra ciudad excepto en lo que al sexo se refiere... Pero el dios que se había convertido en el Único descubrió, gracias a un infiltrado, la localización exacta de estos dos núcleos donde sus habitantes eran muy felices porque podían desinhibirse sin ningún tipo de prejuicio, sin que nadie les tachara de promiscuos, sin miedo al castigo del Único.

Este dios empapado de envidias, terriblemente enojado con estos hombres y mujeres que habían desoído sus credos oscuros plagados de palabras tenebrosas, decidió demostrar su verdadero poder. Un poder fraguado en sus más recónditos pensamientos, que nunca antes había hecho realidad. Éste podía ser un buen momento para exibir su verdadera grandeza y que todos los humanos se postraran temerosos ante él.

El Génesis 19 nos cuenta que el Único arrojó una mezcla de azufre y fuego para quemar a los habitantes de Sodoma y Gomorra a modo de castigo exceptuando a Lot y a su familia, los elegidos, los traidores...
La realidad es muy diferente puesto que esta divinidad reprimida y hostil que tan solo pudo canalizar este odio a través del castigo y el miedo hacia sus acólitos maquinó un golpe mucho peor que cualquier abrasión producida por lenguas de fuego.
Esta deidad tuvo a bien el inventar las enfermedades de transmisión sexual para lo que el resto de los dioses del olimpo se retorcieron de dolor. Ellos sí amaban a los mortales. Pero tuvieron que aceptar esta ley. Nada se podía hacer contra este titán que ahora acaparaba casi la totalidad de los altares de los mortales.
La legislación se llevó a cabo y no solo castigaron a los habitantes de Sodoma y Gomorra, sino que también fueron receptores sus hijos por disfrutar libremente del sexo cuando por edad les llegó su momento, así como a los hijos de sus hijos... hasta llegar al presente.

No pudo prohibir la promiscuidad pero sí la persiguió.
Y quizás por éste pequeño detalle, por estos fueros grabados a fuego en la tierna piel de los humanos logró que éstos se rindieran.
Unos obviaron el castigo. Otros pensaron que ningún dios (que tanto amaban a sus semejantes, los mortales) podría fustigarles de manera tan cruel. Otros optaron por el celibato para eludir cualquier mal convirtiéndose en una frágil réplica de su propio líder... Pero al final, todos los humanos estamos condenados a no poder disfrutar todo lo que quisiéramos sin que el miedo se apodere de nuestras entrañas. Cruel castigo para tamaño placer.
Pérfido dios.

miércoles, octubre 10, 2007

Fire Dancing


¡Que levante la mano quien no les vea bailar...!

Por fín terminó el silencio...

...Y esta noche, despues de más de diez años callados, tocan en Zaragoza.

Una Zaragoza lluviosa en la que la incertidumbre campa a sus anchas en los corazones de todos los asistentes a su concierto.

¡Buen viaje!

viernes, octubre 05, 2007

Lo que da de sí una bicicleta

Llevo ya unos meses pedaleando a mi ritmo por la ciudad y he de decir que me encanta ir en bicicleta.
Además del deporte (la cojo unas 4 ó 5 veces a la semana), el uso de la bici contribuye a mantener el ambiente más limpio que si se utiliza el coche o el bus (aquí no hay metro).

El otro día, íba por el parque cuando me encontré con el Bacterio, un profesor del Instituto en el que estudié el Bachillerato.
Sorpresa ninguna. Sigue igual: cabellos erizados de color negro (alguna canilla empieza a despuntar, pero para tener alrededor de -calculo- 50 años mantiene su color bastante homogéneo) y algo largo (si se los alisara le llegarían por los hombros). Barba larga y muy poblada. Gordo (pese haber pasado unos 14 ó 15 años no ha engordado excesivamente más sino que sigue manteniéndose aproximadamente igual de gordo que como estaba antes) de esos que llevan las camisas con los botones a punto de explotar a causa de las tres alforjas que se le forman desde los "pectorales" (o las mamas de una venus prehistórica) hasta el pubis.
Además, a causa de esa obesidad más que incipiente, sudaba con una facilidad asombrosa. Camacho se le quedaba corto, lo juro.
Creo que unas injecciones de botox le hubieran venido de perlas (la toxina botulínica -Botox- se empleaba para los casos de hiperhidrosis hasta que se descubrió que paralizaba los músculos evitando las contorsiones de los tejidos que provocan las antiestéticas arrugas).
Solía venir con un zapato de cada clase. Sólo con esto cualquiera puede hacerse una ligera idea del tipo tan raro que podía llegar a ser...

El caso es que lo ví igual. Y como tal seguirá igual de cabrón. Siento escribir semejante palabro. Una de mis normas es mantener la compostura (solo en cuanto a las palabras malsonantes) en este blog pero en éste caso, el Bacterio, profesor de matemáticas de 2º y 3º del ya obsoleto B.U.P. era un cerdo y -me reitero- un cabrón.
Una de sus lindezas favoritas era riduculizar -literalmente- al alumno en el encerado. Ahora la tarima es algo del pasado pero cuando un profesor nos sacaba "allá arriba" el mundo parecía engrandecerse y nosotros encoger..., encoger..., encoger...
Pues eso, elegía al "azar" (sí, claro) a un alumno, el cual daba la coincidencia de que era el que peor entendía dicha lección y pretendía que éste desarrollase un ejercicio en la pizarra.
Normalmente este ejercicio no lo empezaba, o no lo terminaba o no lo planteaba correctamente por lo que los insultos y las vejaciones indirectas por parte del profesor Bacterio se sucedían una y otra vez.
Esto es una aberración y aunque yo tuve la maravillosa suerte de no tenerlo nunca como profesor (yo habría sido uno de sus blancos ya que las matemáticas y yo nos llevamos fatal a partir de la trigonometría) conocí algunos alumnos suyos que íban acojonados a sus clases y, en lugar de aprender, ODIARON la asignatura.

En estos tiempos en los que el tema del respeto hacia los profesores por parte de los alumnos está corriendo ríos de tinta y degenerando a puntos imposibles, he de señalar que el tal Bacterio se equivocó (y quizás sigue equivocándose todavía, no lo sé) si pensaba que de este modo imponía respeto hacia los pupilos. Esa actitud provoca, sin lugar a dudas, un miedo atroz a hablar en público porque conlleva no baja autoestima, sino mierda de estima hacia uno mismo. Sobretodo en la adolescencia, cuando se empiezan a forjar y a consolidar las bases de la personalidad adulta.

Pensé en atropellarlo. Pero desistí inmediatamente por miedo a convertirme precísamente yo, en la víctima durante un golpe de su hedor sudoríparo.

Y ya que volvemos atrás, pensaremos en tiempos mejores...
Hace justo, justito seis años anduvimos él y yo revolcándonos en una cama de tamaño Size King, bebiendo tequila, comiendo melón, olvidándonos de los horarios de las comidas, encontrando etiquetas donde debía haber piel y llamando a otra habitación (juro que marcamos el nº de recepción) durante la madrugada para pedir -bastante cabreados y con mucho cuento también- que solventaran con la mayor rapidez posible el problema de un detector de incendios que no paraba de sonar y nos descentraba... ¡Qué risas nos echamos! X'DDD
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