No te engañes
Cuando a media noche se escuche
pasar una invisible comparsa
con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas
los planes de tu vida que resultaron errados,
no llores vanamente.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
dí tu adiós a Alejandría, que se aleja.
No te engañes
no digas que fue un sueño.
No aceptes tan vanas esperanzas.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
como corresponde a quien de tal ciudad fue digno
acércate con paso firme a la ventana
y escucha con emoción -no con lamentos
ni ruegos de débiles- como último placer,
los sones, los maravillosos instrumentos
de la comparsa misteriosa
y dí tu adiós a esa Alejandría
que pierdes para siempre...
*
El dios abandona a Antonio - Constantino Kavafis (1863-1933)
Prólogo que Terenci Moix incluyó para su líbro, No digas que fue un sueño ganador de premio planeta y que sirvió de inspiración para titularlo.
El 16 de diciembre del pasado año, un grupo de amigos intelectuales junto con la hermana de Terenci esparcieron una parte de las cenizas de éste, durante el crepúsculo, en el mar que baña Alejandría. Acababan de leer el texto de Kavafis que he transcrito así como algunos párrafos de su bibliografía tales como El amargo don de la belleza, El sueño de Alejandría o Terenci en el Nilo, obra que comprendió un resumen de sus más de veinticinco viajes a Egipto.
Terenci se fundió entre los rincones del palacio de Cleopatra que, en la actualidad, permanece sumergido bajo el Mediterráneo. Unas formas que se adivinan desde los brillos de la superficie.
La otra parte se esparció entre los restros del pueblo de antiguos obreros de Deir-El-Medinah, cuyos trabajadores fueron los autores de las tumbas más bellas que ahora se pueden visitar en el Valle de los Reyes y en el Valle de las Reinas.
Se queda, envidiablemente, en una tierra que sin lugar a dudas, amó por encima de todas las cosas.
Pero hoy, el texto de Kavafis se me antoja una oda a la despedida.
La que nunca fué y debería haber sido.
pasar una invisible comparsa
con música maravillosa y grandes voces,
tu suerte que declina, tus obras fracasadas
los planes de tu vida que resultaron errados,
no llores vanamente.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
dí tu adiós a Alejandría, que se aleja.
No te engañes
no digas que fue un sueño.
No aceptes tan vanas esperanzas.
Como hombre preparado desde tiempo atrás
como un valiente
como corresponde a quien de tal ciudad fue digno
acércate con paso firme a la ventana
y escucha con emoción -no con lamentos
ni ruegos de débiles- como último placer,
los sones, los maravillosos instrumentos
de la comparsa misteriosa
y dí tu adiós a esa Alejandría
que pierdes para siempre...
*
El dios abandona a Antonio - Constantino Kavafis (1863-1933)
Prólogo que Terenci Moix incluyó para su líbro, No digas que fue un sueño ganador de premio planeta y que sirvió de inspiración para titularlo.
El 16 de diciembre del pasado año, un grupo de amigos intelectuales junto con la hermana de Terenci esparcieron una parte de las cenizas de éste, durante el crepúsculo, en el mar que baña Alejandría. Acababan de leer el texto de Kavafis que he transcrito así como algunos párrafos de su bibliografía tales como El amargo don de la belleza, El sueño de Alejandría o Terenci en el Nilo, obra que comprendió un resumen de sus más de veinticinco viajes a Egipto.
Terenci se fundió entre los rincones del palacio de Cleopatra que, en la actualidad, permanece sumergido bajo el Mediterráneo. Unas formas que se adivinan desde los brillos de la superficie.
La otra parte se esparció entre los restros del pueblo de antiguos obreros de Deir-El-Medinah, cuyos trabajadores fueron los autores de las tumbas más bellas que ahora se pueden visitar en el Valle de los Reyes y en el Valle de las Reinas.
Se queda, envidiablemente, en una tierra que sin lugar a dudas, amó por encima de todas las cosas.
Pero hoy, el texto de Kavafis se me antoja una oda a la despedida.
La que nunca fué y debería haber sido.
